#3 – Otra montaña, las mismas botas
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Espejito, espejito en la pared. Soy mi padre, después de todo.
Mi padre nunca se jubiló del todo. Dejaba unas herramientas y luego cogía otras. Cuando una vez le pregunté por qué seguía trabajando después de su «jubilación», sonrió y mencionó a un compañero, un amigo de la familia. «¿Quién parece mayor, él o yo?», preguntó mi padre con una sonrisa pícara. Supuse que su amigo. Se rió. «Soy cinco años mayor». Su secreto era simple: mantén la mente ágil, y lo demás vendrá solo.
Estoy pensando en esto ahora, mientras yo también empiezo lentamente este nuevo capítulo de mi vida. El trabajo como lo conocía ha quedado prácticamente atrás. Pero los hábitos, el impulso, las habilidades... aún persisten. Madrugar. El deseo de superar algo. El deseo de seguir sintiéndome útil. Lo cierto es que, al salir de la oficina, no solo pierdes tu escritorio. Sin nada en lo que apoyarte, la transición puede parecer una pérdida de sentido de pertenencia. Pero, pensándolo bien, también puede abrir paso a nuevos territorios.
Muchos hombres lo entienden. Durante años, la vida está llena de reuniones, citas, personas que dependen de ti, personas que cuentan contigo. De repente, un día, el teléfono se queda en silencio. La agenda está casi vacía. Realmente no extrañas el estrés ni la política. Lo que queda es el deseo de ser importante en la sala, la sensación de que tu presencia aún tiene peso.
El silencio tras la jubilación no siempre es reparador. Para algunos, parece demasiado lejano. Pero incluso en este silencio, algo nuevo puede estar amaneciendo. Un mañana puede alargarse eternamente si no hay nada a lo que aferrarse. Y durante estos largos periodos, algunos nos preguntamos si lo mejor de la historia ya se ha contado. Pero quizás esta reflexión sea en realidad una invitación a escribir un nuevo capítulo.
Quizás la jubilación no se trate de bajar de la cima. Quizás sea un crecimiento diferente. Una oportunidad para llevar la misma energía, el mismo anhelo de desarrollo, a una nueva escalada, una con su propia forma y sus propias recompensas. Hemos pasado años escalando una montaña llamada carrera. Ahora tenemos una nueva. Ya no es la misma, pero aún exige algo de nosotros.
De eso se trata "Quiet Man". De dar voz a los miedos silenciosos para que no se queden solos en la oscuridad. De decir lo que muchos hombres se guardan para sí mismos. De que aún queremos significado. De que aún queremos contar.
No tengo una respuesta clara. No tengo un mapa para esta nueva subida. Sigo intentando encontrarla. Pero quizás decirlo en voz alta sea el primer paso. Y quizás el siguiente sea volver a calzarme los zapatos, sabiendo que la subida continúa.
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